dilluns, 19 de febrer del 2024

VERNISSAGE SENTIMENTAL 12

 

No creo en la belleza del embarazo, ni en la prostitución de la Barroca, por no creer, no creo ni en ÉL y de veras que me gustaría. Mañana iré al extranjero, pero no tengo ilusión alguna en el desplazamiento. Sé que ninguna vivencia hará estremecer mi sensibilidad y volveré muy cansado, muy triste y, cuando pienso en la cantidad de dinero que gasto en cosas que no me ilusionan, me deprimo. Almacenar billetes de banco tampoco me entusiasma, por lo cual me debo programar con precisión cómo utilizar mi tiempo y mi oro. Y una rareza que me acontece desde hace bastante tiempo es la progresión de apetencias en el campo culinario que sobreviene como complemento a una edad avanzada que poseo día a día. Me gusta comer mucho y bien y antes de antes odiaba a la gente que hablaba de comida, claro que también odiaba a la otra, la que no hablaba de comida, porque siempre me ha sido muy fácil hablar con la envidia, abrazado a la crítica y besando al odio, todo esto creo que es consecuencia alas tormentosas masturbaciones que tuve en mi niñez. Hoy mismo que deje la adolescencia hace largos años he tenido una experiencia nueva mientras me lavaba la cabeza mientras me lavaba la cabeza con oloroso champú de pino ácido en el C.N.B. con las piernas bien apretadas sujetando y ocultando mis testículos con el fin de dejar en libertad mi moderado, pero bien parecido pene y así adecuando mi postura para conseguir que el fuerte chorro de la ducha acariciase bruscamente mi glande, cubierto por la presión del agua, no he podido terminar con mi segunda enjabonada y con la cabeza y cuerpo cubiertos de espuma, una dulce convulsión me hizo eyacular irremisiblemente en una sinfonía de placer, champú, agua caliente, vapor, esperma irreversible, dolor, amor y culpa.


 

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