Que te puedo contar que tú no sepas ya de los guacamayos de ciudad cuando salen de noche paseando su plumaje de amarillos Ricard y verdes Pipermín.
Ayer fui dulcemente invadido por cuerpo extraño, qué bello y excitante eras con tu altura estilística y tu sobriedad de campo, heno fresco de la mañana, mezclando hasta enloquecer, el avanzar de la brisa hasta el dorado calor de mi piel, yaciendo sobre el duro cemento, apretando el estómago sobre la esterilla de China. Desnudez de soledades.
Fluir de vida en su más vivo contacto con la ultima arremetida de fuego y miel.
La Von Party me espera, que pasará cuando nadie espere a nadie y los teléfonos no suenen y en los primeros vagones de tren no metan mano.
Sí, Susan, yo también ‘quiero vivir’ .
La hipocresía de la prensa, tema tan debatido en nuestros tiempos, me da náuseas.
Quisiera imaginar una aldea en la Macedonia de Alejandro, conmoviéndose al enterarse de los horrores producidos por las matanzas de Viet Nam.
El periódico solo se altera cuando llegan estas espantosas fotografías de cuerpos mutilados, muertos yaciendo en el suelo, niño sin madre con los ojos llenos de lágrimas, o peor aún, riendo.
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